.:Lemon:.

Vida y sobras de un sujeto con complejo de limon E-mail

12.02.2004

Obscuridad

Alguien dijo su nombre. Lo escuchó claramente entre el ruido de los coches, unos avanzando de prisa sobre la avenida; otros con los motores listos para cuando el semáforo marcara la salida con el verde, color de la esperanza por llegar a tiempo a donde no harían nada interesante.
Pocos caminaban a esa hora del día, cuando el sol veía morboso aparecer la desnuda y blanca luna en el lado opuesto. La luz se desentendía del presente y optaba por jugar a las escondidillas. La obscuridad era la dueña del trono en el reino de la indiferencia.
Gabriel buscó el orígen de la voz y no lo encontró en un lado ni en otro. Las ventanas de los edificios mostraban la muerte de las luces al terminar la jornada de trabajo, como si fuera una serpiente avanzando hasta el suelo para tragarse a todos al salir.
Lo único que alcanzó a ver fue el coche tratando de esquivarlo sin mucha fortuna. Gabriel cerró los ojos, tal vez para solo sentir el impacto, quizá para alargar lo impostergable. Pero nada pasó. Cuando se dió cuenta ya estaba en la acera de enfrente, temblando, sudoroso. Junto a él su salvador.
Era imposible, impensable siquiera. El tipo debió haber volado para quitarle del camino. Se lo comentó, tartamudeando, sin ocultar su asombro y agradecimiento. El otro solo sonrió y le mostró los colmillos, listo para atacar.