Caricaturas
* A mi gran carnal Mundo, por si se animó a entrar a este cuchitril.
Después de un año de ahorrar, de ires y venires, de llamadas, imeils y facses; el buen Pericles consiguió tener en sus manos la realización del sueño de su pequeño hijo: que sus personajes favoritos de laa caricaturas lo visitaran en su cumpleaños. Por supuesto no habría fiesta, el dinero no alcanzaba para más.
Llegaron todos ellos contentos, con el sello de marca registrada tatuada en la planta de los piés (¿o patas? Con eso de que son animales racionales, paradoja solamente comparada con el tortatamalgate) y el amoroso y endeudado padre decidió dejar a su retoño con sus nuevos amigos.
Después de un rato de ruidos que hacían imaginar pasos y muebles arrastrados por el suelo de madera, solo quedó el silencio. Pericles, intrigado, subió a la habitación de su hijo, que estaba sentado en la puerta con un puño de algodón en las manos, muy semejante a una coliflor.
-Hijo- le dice, intentado disimiluar la sensación de que algo anda mal- ¿Dónde están tus amiguitos de las caricaturas?-
-Ah- responde el niño- Los abrí para ver que tenían adentro-.
The End.
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