Apenas toqué el timbre y abrieron la puerta. Una dama entrada en años -tan entrada que se puede decir iba de salida, je- me dijo sonriente:
- "Cuando no comprendemos una cosa, es preciso declararla absurda o superior a nuestra inteligencia, y generalmente, se adopta la primera determinación". Eso lo dijo Concepción Arenal. Espero que tú comprendas por qué estás aquí-.
Yo, sin perder nunca la elegancia y distinción que me caracterizan, ofrecí un sensible "Chido, ruca" como respuesta.
En la pequeña sala había un poco de muchas cosas. Mujeres, alcohol, humo...mujeres y mal gusto para la decoración. Una de las chicas se acerca y me dice al oído:
-"Quien da pronto da dos veces. Séneca"- y guiña un ojo. Me lo hubiera dicho en mi adolescencia. A estas alturas si le doy una vez podemos celebrar con fanfarrias.
Nos dirigimos a la planta alta de la casa y entramos por la primera puerta que ví. De hecho era la única puerta. Y, siendo aún más honesto, ni siquiera la ví, porque estaba un poco oscuro el pasillo. Apenas me senté en un cómodo reclinable, la chica dijo:
- "La experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede. Huxley"-.
A partir de ahí la historia se torna confusa, con lagunas bastante largas y situaciones bizarras que no vale la pena intentar recordar siquiera.
Entre el remanente de memorias rescato cuando bajé corriendo la escalera y en la puerta la dientona me detuvo.
- "Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Eso lo dijo Baltazar Gracián"-.
Entonces lo mío fue buenísimo, porque fue brevísimo. Y carísimo. Sin embargo, aprendí de la experiencia: no vuelvo a ir a una casa de citas.