It's the end of the world...

Escucho a REM rogando porque el miércoles se termine lo que llamamos mundo.
Si no sucede, mis acreedores pueden pasar el próximo jueves de 10 a.m. a 3 p.m. por el coche 2005 (con una raspadura en la puerta del copiloto y 25,000 kilómetros recorridos en esta semana), la televisión de 54 pulgadas (incluído el chicle que embarré mientras conectaba el Home Theater System), el DirecTV (un poco oxidado por un trágico ataque de una fracción del Ejercito de Palomas Caguengues), el Chihuahua ( las pulgas son cortesía de la casa), la alberca móvil (no hagan caso si el agua aparece un poco amarilla, es cosa del clima), la caminadora (sin usar), la escaladora (sin desempacar), la bici estática (que de veras no se ha movido), la muñeca inflable (inflada :s), el asador con rueditas, el dvd sin rueditas, y otras cosillas que sería aburrido enumerar.
Y desde ya maldigo a los que pronosticaron la catástrofe por producirme una de tipo financiero.
Rediez ¡Reveinte!